Terminado el período estival, con largas siestas y predominio del ocio en la última semana, necesariamente debía ponerme a planear el año. Ordenar las prioridades de acuerdo a los objetivos trazados en el largo y mediano plazo. Eso incluye: el trabajo, el estudio, la incompatibilidad de ambos, la familia, la búsqueda de equilibrio en el gasto de energías, y algunos proyectos personales importantes que modifican sustancialmente las condiciones actuales. En medio de eso, uno mismo, que además de ser uno y sus proyectos, tiene cosas que le suceden y que trata de que no le pasen de largo.
De ahí la necesidad de repensar este espacio, que nació con la idea de entrenar un poco el ejercicio periodístico, agregando la cuota personal para poder además entrenar cierto anhelo expresión estética (¿?); tomando como eje central a la música y en especial ese recorte de la totalidad que sería la canción y los cantautores o neocantautores de esta parte del mundo, que es un terreno conocido para mí, por lo tanto, más ameno y dúctil para comenzar; además de tratar de difundir una escena efervescente a nivel artístico, pero poco apreciada por el aparato mediático; y por qué no para, como dije en otro posteo, compartir algo hermoso, que en lo personal me da mucha satisfacción.
De alguna manera cumplí con cierta parte de los objetivos iniciales. No puedo afirmar si fue de la mejor manera, pero creo que pude entrenar esto de la comunicación; pude mostrarme cierta constancia; creo haber aportado mi granito de arena difundiendo músicos artísticamente valiosos y además, y casi sobretodo, creo haber dado lo que mejor dispongo para mí, algo tan preciado para mi espíritu cómo es esta música.
De acuerdo a lo descrito anteriormente, creo que es tiempo de ponerle un punto final a esta pequeña primera experiencia, a este pequeño espacio que llamé La Triple Frontera. Es necesario para mí reconducir las energías aquí puestas en otros objetivos, más ambiciosos, qué el día de mañana pueden ligarse nuevamente con este espacio; y si la providencia nos ayuda, desde un medio de mayor alcance masivo. ¿Por qué no? En ese ordenamiento, en definitiva, este blog quedará a un lado.
Me despediré con un video. Ya he utilizado a Martín Buscaglia para que nos explique cosas de la vida, pero reincido porque para mí es una suerte luminaria. El 1º de enero de 2000, el día que el mundo se acababa, él y sus amigos se fueron a la playa en su Cabo Polonio querido a cantarle al amanecer, como tantas otras veces lo hicieran, y quedó maravillosamente registrado. Ese momento tiene una magia especial: músicos celebrando la vida, sin micrófonos, ni entradas, ni groupies, ni poses; sólo ellos y la música, por la pasión misma de cantar y tocar. En fin, hacen lo que aman y lo celebran; y ese es un mensaje inpirador que quisera transmitir.
De ahí la necesidad de repensar este espacio, que nació con la idea de entrenar un poco el ejercicio periodístico, agregando la cuota personal para poder además entrenar cierto anhelo expresión estética (¿?); tomando como eje central a la música y en especial ese recorte de la totalidad que sería la canción y los cantautores o neocantautores de esta parte del mundo, que es un terreno conocido para mí, por lo tanto, más ameno y dúctil para comenzar; además de tratar de difundir una escena efervescente a nivel artístico, pero poco apreciada por el aparato mediático; y por qué no para, como dije en otro posteo, compartir algo hermoso, que en lo personal me da mucha satisfacción.
De alguna manera cumplí con cierta parte de los objetivos iniciales. No puedo afirmar si fue de la mejor manera, pero creo que pude entrenar esto de la comunicación; pude mostrarme cierta constancia; creo haber aportado mi granito de arena difundiendo músicos artísticamente valiosos y además, y casi sobretodo, creo haber dado lo que mejor dispongo para mí, algo tan preciado para mi espíritu cómo es esta música.
De acuerdo a lo descrito anteriormente, creo que es tiempo de ponerle un punto final a esta pequeña primera experiencia, a este pequeño espacio que llamé La Triple Frontera. Es necesario para mí reconducir las energías aquí puestas en otros objetivos, más ambiciosos, qué el día de mañana pueden ligarse nuevamente con este espacio; y si la providencia nos ayuda, desde un medio de mayor alcance masivo. ¿Por qué no? En ese ordenamiento, en definitiva, este blog quedará a un lado.
Me despediré con un video. Ya he utilizado a Martín Buscaglia para que nos explique cosas de la vida, pero reincido porque para mí es una suerte luminaria. El 1º de enero de 2000, el día que el mundo se acababa, él y sus amigos se fueron a la playa en su Cabo Polonio querido a cantarle al amanecer, como tantas otras veces lo hicieran, y quedó maravillosamente registrado. Ese momento tiene una magia especial: músicos celebrando la vida, sin micrófonos, ni entradas, ni groupies, ni poses; sólo ellos y la música, por la pasión misma de cantar y tocar. En fin, hacen lo que aman y lo celebran; y ese es un mensaje inpirador que quisera transmitir.
Hasta pronto.