Dos meses sin el puto. Se te extraña puto. Pasé anteriormente más de dos meses seguidos sin poder escucharlo, pero es distinto, esta vez, ya no está. Todavía no puedo cumplir con su mandato de recordarlo con alegría. Cuesta. Por lo pronto voy atravesando los días con varios mp3 con partes de programas.
Fernando Peña era actor, y como tal, su forma de expresarse era poniendo sus personajes en escena y haciéndolos vivir, sea en radio o en teatro. No le interesaba teorizar acerca de la problemática actual, sino que lo ficcionaba. Había que hacer un “mínimo” esfuerzo para entender su profundo mensaje.
En una de sus obras, una madre tomaba a su hijo que lloraba y lloraba, cada vez más y más y el nerviosismo ganaba fuerza en la mujer y comenzaba a sacudir al bebé al grito de “cállate mierda”, hasta que la situación se tornaba insoportable para todos y revoleaba al infante por el aire estrellándose contra el piso.
Varios espectadores corrían de sus butacas ofendidos por la atrocidad del actor, “no tiene corazón”, “salvaje”, “animal”, “es puto y odia a los pibes”, “yo tengo hijos y los amo, y eso es una barbaridá”. “Te dije, te dije que es un enfermo”.
Esa gente huía de una verdad. En ese acto nos hacía reflexionar sobre varias cosas, a saber: el “mandato divino” de tener hijos; la poca sensibilidad de los padres en la crianza de ellos; los hijos no deseados y sus consecuencias de una vida sin amor; el tabú del aborto y el poder de decisión de las mujeres sobre seguir con un embarazo no deseado; el acceso a la información sobre salud reproductiva; la educación sexual, etc, etc. De esa manera buscaba instalar el debate personal y general. Pero claro, es más fácil huir, que escuchar la verdad o tener que pensar al respecto.
“Peña es un puto enfermo”. “No ves, no ves los que dice, está loco”. Esto simplifica y resuelve todo acusando al otro. Echándole la culpa a quien pone a uno en evidencia, a quien acusa, acusando al acusador. Una salida simple y torpe, tanto como evidente y grosera.
Ninguno de sus personajes era enteramente Fernando. Todos sus personajes eran algo de Fernando. ¿Cuál era la dosis de realidad de su pensamiento? ¿Cuánto era ficción? ¿Quien estaba más cerca de él? Sólo quienes escucharon atento y profundo tendrán la respuestas a esas preguntas.
Ese 17 de Junio, recibí varios mensajes y llamados de gente que quiero llorando o muy triste. Llegando a casa una voz maternal me dice: " se te fue Fernando". Esa identificación que los demás tenían sobre él en mí, era porque fui de los que lo defendí a capa y espada, tratando de explicar su mensaje allá por el 99 a 00, cuando todavía no era entendido.
Por suerte la tecnología nos acerca a tenerlo presente.
Editorial de Palito: "Vivimo pa´cogé".
Un clásico: "Sexta pizza".
Fernando Peña era actor, y como tal, su forma de expresarse era poniendo sus personajes en escena y haciéndolos vivir, sea en radio o en teatro. No le interesaba teorizar acerca de la problemática actual, sino que lo ficcionaba. Había que hacer un “mínimo” esfuerzo para entender su profundo mensaje.
En una de sus obras, una madre tomaba a su hijo que lloraba y lloraba, cada vez más y más y el nerviosismo ganaba fuerza en la mujer y comenzaba a sacudir al bebé al grito de “cállate mierda”, hasta que la situación se tornaba insoportable para todos y revoleaba al infante por el aire estrellándose contra el piso.
Varios espectadores corrían de sus butacas ofendidos por la atrocidad del actor, “no tiene corazón”, “salvaje”, “animal”, “es puto y odia a los pibes”, “yo tengo hijos y los amo, y eso es una barbaridá”. “Te dije, te dije que es un enfermo”.
Esa gente huía de una verdad. En ese acto nos hacía reflexionar sobre varias cosas, a saber: el “mandato divino” de tener hijos; la poca sensibilidad de los padres en la crianza de ellos; los hijos no deseados y sus consecuencias de una vida sin amor; el tabú del aborto y el poder de decisión de las mujeres sobre seguir con un embarazo no deseado; el acceso a la información sobre salud reproductiva; la educación sexual, etc, etc. De esa manera buscaba instalar el debate personal y general. Pero claro, es más fácil huir, que escuchar la verdad o tener que pensar al respecto.
“Peña es un puto enfermo”. “No ves, no ves los que dice, está loco”. Esto simplifica y resuelve todo acusando al otro. Echándole la culpa a quien pone a uno en evidencia, a quien acusa, acusando al acusador. Una salida simple y torpe, tanto como evidente y grosera.
Ninguno de sus personajes era enteramente Fernando. Todos sus personajes eran algo de Fernando. ¿Cuál era la dosis de realidad de su pensamiento? ¿Cuánto era ficción? ¿Quien estaba más cerca de él? Sólo quienes escucharon atento y profundo tendrán la respuestas a esas preguntas.
Ese 17 de Junio, recibí varios mensajes y llamados de gente que quiero llorando o muy triste. Llegando a casa una voz maternal me dice: " se te fue Fernando". Esa identificación que los demás tenían sobre él en mí, era porque fui de los que lo defendí a capa y espada, tratando de explicar su mensaje allá por el 99 a 00, cuando todavía no era entendido.
Por suerte la tecnología nos acerca a tenerlo presente.
Editorial de Palito: "Vivimo pa´cogé".
Un clásico: "Sexta pizza".
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